Erase una vez en mi lejana escuela una maestra cariñosa, respetuosa y muy leal, pues ella siempre tuvo una gran esperanza y era ofrecer estudio, creatividad y amor a todos los niños que vivían cerca a la villa, pues desde pequeña su pasión era sentir gran satisfacción y orgullo de ayudar a aquellos con sinceridad y sobre todo mucha sabiduría. Puesto que en su niñez había estudiado en una escuela donde la maestra mostraba muy poco el carisma y la diversión de estar amando con locura lo que hacía, pero con actitud positiva se le había cumplido lo que desde pequeña había tenido en fé, que era ser solidaria; pues esta maestra me traía como amante fiel puesto que su estilo, su glamour y su forma o moda de poner ese toque de felicidad con música en cada clase era la paz que se vivía con rumba, baile y mucho sabor, pero todo esto quedó en el olvido porque mi pasión era el deporte y viajaba del todo a la ciudad pero por primera vez en mi vida me atreví a decir que nunca olvidaría la gran amistad de una verdadera amiga.
POR: Maria Camila Perez Rodriguéz